miércoles, 20 de marzo de 2013

MADUREMOS JUNTOS



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Estimado Sr. Nicolás Maduro a usted que es Presidente (E) de éste que es nuestro País le hablo de motorizado a un chofer y no porque esté de moda, sino porque sería para mí una conversación que trasciende el tiempo y las circunstancias que nos hacen ser lo que somos a ambos. Usted ya no es ese chofer concretamente hablando y yo no sé qué me depara el futuro. Son las tareas las que hacen de nosotros lo que somos. Ese es el impacto de la revolución en nuestras vidas: nos transforma en nuestra existencia. Ser un chofer puede ser un problema de justificación para los paradigmas del sistema capitalista y la ética aristocrática acostumbrada a producir un tipo de jerarquización social donde usted no debería estar donde está ni yo escribir lo que escribo. Sin embargo lo más importante de una revolución socialista es que usted pueda estar donde está y yo pueda escribir lo que escribo. Es lo que quiere el tiempo de nosotros. Su mayor cualidad es la de aceptar la tarea que la revolución le impone. Estoy seguro que todos los revolucionarios compartimos esta cualidad. Exhiba esta cualidad. Hable de esta cualidad. No sustituya con el yo a esta cualidad.  No hable de lo que el yo que es usted quiere sino de lo que reclama el ejercicio responsable y comprometido de esta cualidad. Somos la revolución y esa es nuestra identidad, ese es nuestro poder, nuestro espíritu es una fuerza colectiva y sobrehumana que viene de ser eso anulando al yo totalmente en el rescate de la vida de los necesitados signados por el emblema de esta cualidad. El león capitalista no puede más que asecharnos cuando somos esa manada revolucionaria hecha de la igualdad y la unión. No se desprenda de la manada pretendiendo guiarla en la individualidad del yo porque el león lo va a devorar y si eso sucediera el pueblo sería diezmado por un enemigo peor que el león capitalista: el pánico.

Lo que tiene que saber usted y tener muy presente es lo que el pueblo quiere de usted. Estoy seguro de que Sabe lo que CHÁVEZ quiere de usted pero para estar bien seguros me tomo el atrevimiento de decirle por esta vía lo que el pueblo quiere de usted. Tenga mucho cuidado. No pierda los estribos. Conviértase primero en interprete del sentir colectivo del pueblo más bajo. Del pueblo llano. Del pueblo pobre. Del hombre y la mujer vulnerable que espera sentir sus ojos, nuestros ojos, en él o ella para recibir el pronto auxilio. Debemos ser garantía para ese pueblo.  La gente quiere que usted sea como CHÁVEZ. Aquí está el meollo del asunto de su momento. Está usted en una encrucijada formada por dos sentimientos que se buscan el uno al otro: CHÁVEZ que quiere que usted sea como el pueblo y el PUEBLO que quiere que usted sea como CHÁVEZ. En esa encrucijada estamos todos. De esa encrucijada tenemos que sacar lo mejor de cada uno de nosotros. En esa encrucijada está para la revolución un renacer diferente porque está escrito que la semilla tiene que caer al suelo y morir antes de que pueda dar fruto. Somos semillas y estamos llamados a dar frutos de vida para nuestra Patria. Hoy estoy seguro de que el socialismo es el evangelio de Dios en la tierra. De un Dios justo y responsable de cada uno de nosotros. De un Dios que no se conforma con repetir palabras en la comodidad de un aposento. De un Dios que no espera que las cosas se den por un milagro cualquiera que no nos involucra a nosotros. De un Dios que está más allá de la propiedad, el privilegio y el privilegio que se convierte en derecho adquirido para el que nace con él. Nuestro único privilegio es el de ser una mano amiga para nuestros iguales. Nuestro único privilegio es el servicio. Nuestro Dios es el del enfermo y del desposeído, del niño y del anciano. Nuestro Dios no es el que está pare pedirle sino el que nos conmueve a dar lo que tenemos. El socialismo es eso: dar lo que tenemos. El socialismo es aportar.

Antes se dijo dar a cada quien según su necesidad. Antes se dijo dar a cada quien según su capacidad. Yo le digo que en nuestro caso la ley universal es dar a cada quien según su aporte. Hablo en éste caso de cómo tratar entre nosotros los que conformamos la dirigencia revolucionaria. Cómo distribuir la responsabilidad de la dirigencia que muchas veces se interpreta como premio mismo y no como trabajo. El criterio debe ser el aporte. Todos tenemos algo que dar. Lo que le pide el pueblo es estar a la mano, romper el protocolo y los formalismos. La seguridad está en el pueblo. Cuando valla a la casa del pueblo no se cuide del pueblo sino más bien déjese cuidar por el pueblo. Deje que el pueblo le llegue para hablar como familia. Uno no se cuida de la familia. El pueblo quiere de usted que no se deje secuestrar para un grupo sino que esté para todos. No permita que de usted se haga ocasión el sectarismo y el egoísmo propio de los oportunistas. El que quiera hablar con usted que lo haga frente al pueblo. Si alguien le quiere hablar y no puede hacerlo frente al pueblo pues no hable con esa persona porque no es el acuerdo secreto lo que usted y el pueblo necesitan sino claridad y transparencia. Siempre. La autoridad está para vencer estos vicios que muchas veces no vienen de mala fe sino del nerviosismo en que vivimos los que competimos contra la circunstancia para hacer algo provechoso con la vida misma. Estamos llamados a ser pacientes y prudentes. Ya lo he dicho y se lo digo ahora a usted la templanza es la principal virtud de un revolucionario. La templanza es la materia del carácter mismo. Que nada le sorprenda. Que nada le sobrepase. Intuición. Planificación antes de la acción. En la acción el cariño con el pueblo es la única regla que deja huella en la vida del pueblo. Lo único que vale es el pueblo. Lo único que importa es el bienestar del pueblo. Los ricos se hacen querer con el dinero y por el dinero. Los ricos ya tienen quien los quiera, quien los defienda  y quien les cuide. Para con ellos es suficiente con no quitarles más de lo que es su obligación con el País mismo al que le exprimen sus fortunas. El pueblo no tiene quien le quiera. Nosotros estamos para querer al que está solo. Nosotros estamos para socorrer al que no tiene a nadie. Nosotros estamos para socorrer al que no tiene nada. Nosotros estamos para ayudar al pueblo a realizarse.  Somos eso que le hace falta al pueblo. No es suficiente con tener un origen humilde. El modo capitalista tiene libros enteros de gentes que con su origen humilde se han convertido en el diablo mismo para atropellar y oprimir a sus congéneres. Es necesario vivir por el pueblo. No podemos dejarnos llevar en los cachos de los oportunistas que pretenden usarnos como salto y seña para la fortuna. No podemos ser la chapa de los que quieren confundir y chapear con imágenes e ilusiones falsas y vacías dando la impresión del liderazgo para llegar al merecimiento y al poder. Tenemos que estar más allá de eso. Tenemos que vivir por la idea y el conocimiento. Tenemos que proceder por el trabajo hecho por uno mismo. Tenemos que ser revolucionarios por nuestra propia cuenta y no a costa del trabajo de los pendejos. Todo eso y más hay que enseñarle y recordarle a la dirigencia que trabaja y habita en las entrañas mismas del pueblo. La confusión política es un enemigo peligroso. El pueblo necesita ser guiado. El pueblo necesita sentirse amado para luego sentirse guiado. Confianza camarada Maduro. Con la confianza entre nosotros resolveremos las dificultades. Creo que esa debería ser la principal propuesta política enarbolada por usted como hombre de pueblo llamado a cumplir semejante tarea hecho como sabemos de un plan completo de trabajo y de un programa bien definido: maduremos juntos.

ANTONIO BERRIOS

Motorizado de CiudadPetare hasta que Dios y la revolución quieran


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