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Estimado Sr.
Nicolás Maduro a usted que es Presidente (E) de éste que es nuestro País le
hablo de motorizado a un chofer y no porque esté de moda, sino porque sería
para mí una conversación que trasciende el tiempo y las circunstancias que nos
hacen ser lo que somos a ambos. Usted ya no es ese chofer concretamente
hablando y yo no sé qué me depara el futuro. Son las tareas las que hacen de
nosotros lo que somos. Ese es el impacto de la revolución en nuestras vidas:
nos transforma en nuestra existencia. Ser un chofer puede ser un problema de
justificación para los paradigmas del sistema capitalista y la ética
aristocrática acostumbrada a producir un tipo de jerarquización social donde
usted no debería estar donde está ni yo escribir lo que escribo. Sin embargo lo
más importante de una revolución socialista es que usted pueda estar donde está
y yo pueda escribir lo que escribo. Es lo que quiere el tiempo de nosotros. Su
mayor cualidad es la de aceptar la tarea que la revolución le impone. Estoy
seguro que todos los revolucionarios compartimos esta cualidad. Exhiba esta
cualidad. Hable de esta cualidad. No sustituya con el yo a esta cualidad. No hable de lo que el yo que es usted quiere
sino de lo que reclama el ejercicio responsable y comprometido de esta cualidad.
Somos la revolución y esa es nuestra identidad, ese es nuestro poder, nuestro
espíritu es una fuerza colectiva y sobrehumana que viene de ser eso anulando al
yo totalmente en el rescate de la vida de los necesitados signados por el
emblema de esta cualidad. El león capitalista no puede más que asecharnos
cuando somos esa manada revolucionaria hecha de la igualdad y la unión. No se
desprenda de la manada pretendiendo guiarla en la individualidad del yo porque
el león lo va a devorar y si eso sucediera el pueblo sería diezmado por un
enemigo peor que el león capitalista: el pánico.
Lo que tiene que
saber usted y tener muy presente es lo que el pueblo quiere de usted. Estoy
seguro de que Sabe lo que CHÁVEZ quiere de usted pero para estar bien seguros
me tomo el atrevimiento de decirle por esta vía lo que el pueblo quiere de
usted. Tenga mucho cuidado. No pierda los estribos. Conviértase primero en
interprete del sentir colectivo del pueblo más bajo. Del pueblo llano. Del
pueblo pobre. Del hombre y la mujer vulnerable que espera sentir sus ojos,
nuestros ojos, en él o ella para recibir el pronto auxilio. Debemos ser
garantía para ese pueblo. La gente
quiere que usted sea como CHÁVEZ. Aquí está el meollo del asunto de su momento.
Está usted en una encrucijada formada por dos sentimientos que se buscan el uno
al otro: CHÁVEZ que quiere que usted sea como el pueblo y el PUEBLO que quiere
que usted sea como CHÁVEZ. En esa encrucijada estamos todos. De esa encrucijada
tenemos que sacar lo mejor de cada uno de nosotros. En esa encrucijada está
para la revolución un renacer diferente porque está escrito que la semilla
tiene que caer al suelo y morir antes de que pueda dar fruto. Somos semillas y
estamos llamados a dar frutos de vida para nuestra Patria. Hoy estoy seguro de
que el socialismo es el evangelio de Dios en la tierra. De un Dios justo y
responsable de cada uno de nosotros. De un Dios que no se conforma con repetir
palabras en la comodidad de un aposento. De un Dios que no espera que las cosas
se den por un milagro cualquiera que no nos involucra a nosotros. De un Dios
que está más allá de la propiedad, el privilegio y el privilegio que se
convierte en derecho adquirido para el que nace con él. Nuestro único
privilegio es el de ser una mano amiga para nuestros iguales. Nuestro único
privilegio es el servicio. Nuestro Dios es el del enfermo y del desposeído, del
niño y del anciano. Nuestro Dios no es el que está pare pedirle sino el que nos
conmueve a dar lo que tenemos. El socialismo es eso: dar lo que tenemos. El
socialismo es aportar.
Antes se dijo dar a
cada quien según su necesidad. Antes se dijo dar a cada quien según su
capacidad. Yo le digo que en nuestro caso la ley universal es dar a cada quien
según su aporte. Hablo en éste caso de cómo tratar entre nosotros los que
conformamos la dirigencia revolucionaria. Cómo distribuir la responsabilidad de
la dirigencia que muchas veces se interpreta como premio mismo y no como
trabajo. El criterio debe ser el aporte. Todos tenemos algo que dar. Lo que le
pide el pueblo es estar a la mano, romper el protocolo y los formalismos. La
seguridad está en el pueblo. Cuando valla a la casa del pueblo no se cuide del
pueblo sino más bien déjese cuidar por el pueblo. Deje que el pueblo le llegue
para hablar como familia. Uno no se cuida de la familia. El pueblo quiere de
usted que no se deje secuestrar para un grupo sino que esté para todos. No
permita que de usted se haga ocasión el sectarismo y el egoísmo propio de los
oportunistas. El que quiera hablar con usted que lo haga frente al pueblo. Si
alguien le quiere hablar y no puede hacerlo frente al pueblo pues no hable con
esa persona porque no es el acuerdo secreto lo que usted y el pueblo necesitan
sino claridad y transparencia. Siempre. La autoridad está para vencer estos
vicios que muchas veces no vienen de mala fe sino del nerviosismo en que
vivimos los que competimos contra la circunstancia para hacer algo provechoso
con la vida misma. Estamos llamados a ser pacientes y prudentes. Ya lo he dicho
y se lo digo ahora a usted la templanza es la principal virtud de un revolucionario.
La templanza es la materia del carácter mismo. Que nada le sorprenda. Que nada
le sobrepase. Intuición. Planificación antes de la acción. En la acción el
cariño con el pueblo es la única regla que deja huella en la vida del pueblo.
Lo único que vale es el pueblo. Lo único que importa es el bienestar del pueblo.
Los ricos se hacen querer con el dinero y por el dinero. Los ricos ya tienen
quien los quiera, quien los defienda y
quien les cuide. Para con ellos es suficiente con no quitarles más de lo que es
su obligación con el País mismo al que le exprimen sus fortunas. El pueblo no
tiene quien le quiera. Nosotros estamos para querer al que está solo. Nosotros
estamos para socorrer al que no tiene a nadie. Nosotros estamos para socorrer
al que no tiene nada. Nosotros estamos para ayudar al pueblo a realizarse. Somos eso que le hace falta al pueblo. No es
suficiente con tener un origen humilde. El modo capitalista tiene libros
enteros de gentes que con su origen humilde se han convertido en el diablo
mismo para atropellar y oprimir a sus congéneres. Es necesario vivir por el
pueblo. No podemos dejarnos llevar en los cachos de los oportunistas que
pretenden usarnos como salto y seña para la fortuna. No podemos ser la chapa de
los que quieren confundir y chapear con imágenes e ilusiones falsas y vacías
dando la impresión del liderazgo para llegar al merecimiento y al poder. Tenemos
que estar más allá de eso. Tenemos que vivir por la idea y el conocimiento.
Tenemos que proceder por el trabajo hecho por uno mismo. Tenemos que ser
revolucionarios por nuestra propia cuenta y no a costa del trabajo de los
pendejos. Todo eso y más hay que enseñarle y recordarle a la dirigencia que
trabaja y habita en las entrañas mismas del pueblo. La confusión política es un
enemigo peligroso. El pueblo necesita ser guiado. El pueblo necesita sentirse
amado para luego sentirse guiado. Confianza camarada Maduro. Con la confianza
entre nosotros resolveremos las dificultades. Creo que esa debería ser la
principal propuesta política enarbolada por usted como hombre de pueblo llamado
a cumplir semejante tarea hecho como sabemos de un plan completo de trabajo y
de un programa bien definido: maduremos juntos.
ANTONIO BERRIOS
Motorizado de CiudadPetare hasta que Dios y la
revolución quieran
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